lunes, 3 de noviembre de 2008

Caso Marita Verón

Tucumán es la provincia donde más casos se registran. Sólo en 2005 se realizaron 70 denuncias en este sentido.
Marita Verón era una chica tucumana que a los 23 años de edad encaraba la vida con decisión y muchas esperanzas alimentadas desde su formación cristiana, con trabajo y la mira puesta en un futuro de plena realización personal y familiar. Pero un día salió de su casa para una consulta ginecológica y nunca más regresó. Sus padres comenzaron una búsqueda empecinada y sin descanso pero hasta hoy sin resultado positivo. Esa búsqueda, entre otras cosas, ha revelado la existencia de una red de secuestro de chicas y su posterior sometimiento a la explotación sexual.
A raíz de la investigación se han rescatado en La Rioja diecinueve jovencitas que eran mantenidas prisioneras y se las obligaba a prostituirse en las eufemísticamente llamadas "whiskerías" y que no son otra cosa que prostíbulos. No obstante ser todo esto de conocimiento público, ningún fiscal ha promovido investigación alguna y se guarda riguroso silencio oficial sobre el tema. Es más, cuando un funcionario puso crudamente el tema a la consideración pública, fue echado del Gobierno mientras los regentes de los lupanares eran recibidos en los despachos oficiales para buscar una solución al "grave problema social" que implicaba la clausura de los prostíbulos, por dejar a mucha gente sin su fuente de trabajo.


EL PROLOGO DE UN DRAMA
"Como era metódica —continúa relatando su madre—, decidieron con su marido no tener más hijos hasta que la situación económica de la pareja se consolidara y pudieran ofrecer a sus hijos una educación y una formación esmerada, a la vez que contención hogareña. Como los anticonceptivos afectaban su salud por los antecedentes con corticoides, resolvieron que se haría colocar un DIU (Dispositivo Intra Uterino). Fue a un ginecólogo y le explicaron los pasos preparatorios para la colocación del dispositivo. Tenía una vecina, Patricia Soria, que era enfermera de la Maternidad y le dice que no gaste dinero ya que ella tenía un novio o pareja que era jefe de personal, un tal Miguel Ardiles, quien la recomendaría para evitar las largas esperas para ser atendidos. Allí sólo tenés que pagar 20 pesos. A mí no me gustaba la idea porque los hospitales públicos suelen ser deficientes en cuanto a asepsia. Ella confiaba que todo saldría bien y también tenía en cuenta que el médico particular le cobraba 315 pesos y en la Maternidad sólo debía pagar 20 pesos. Al final me convenció. Fue, buscó a Ardiles, él la hizo anotar con la enfermera, la atendió el médico Tomás Rojas, quien le indicó un Papanicolau y una radiografía de ovarios. La llaman para el otro día y le dicen que tiene que llevar su documento de identidad para que se lo sellen, cosa que me llamó mucho la atención. Incluso le dijo a la enfermera que ella sabía su número de documento, pero ésta insistió en que debía portarlo por cuanto debían sellarlo. Yo no sé si era ese detalle o toda la situación y mi instinto de madre, pero yo tenía un mal presentimiento. Volví a insistir, pero ella estaba confiada. "Quédate tranquila, mamá, cuando tenga que hacerme los estudios vos me acompañás", contó Susana.


QUEDATE TRANQUILA, ENSEGUIDA VUELVO
"El día 3 de abril de 2002 nos levantamos a las siete de la mañana y tomamos unos mates —continúa el relato materno—. Yo tenía que hacer unos trámites en la Caja de Popular de Ahorros de la provincia de Tucumán. Dejamos a Micaela con su padre, David, y ella dijo que iría y regresaría en poco tiempo, luego se ocuparía de los quehaceres de la casa. Se puso una remerita mía porque estaba un poco caluroso y ella no había llevado una prenda liviana cuando vino a casa. Llevaba la remerita turquesa, un jean y unas zapatillas usadas. Salió en puntillas para que no la escuchara su hija, que la seguía mucho, y en la puerta me dio un beso. Hizo unos pasos, se volvió y me dijo: "mamá, comprá la tintura porque mirá cómo tenemos las raíces". Es que nos teñíamos el pelo la una a la otra. Me repitió "quedate tranquila que enseguida vuelvo", y se fue ligerito. Yo me quedé en el porche, mirándola, sin saber que no volvería a verla nunca más."


PRIMER SEÑALAMIENTO HACIA LA RIOJA
La Policía nos mandaba de un lado a otro y nada. Hasta que mi marido fue con unos afiches para la zona roja del parque 9 de Julio y comenzó a preguntarles a las chicas si la habían visto. Mientras tanto, la Policía nos mandaba a las villas miseria, de donde vanían datos que la habían visto aquí y allá, que estaba drogada, que estaba alcoholizada. La Policía me preguntaba si estaba bien de la cabeza. ¡Cómo no iba a estar bien, si era una chica sana, inteligente! Así nos tenían de un lado para el otro, mintiéndonos. En la zona roja encontramos una mujer que había sido violada, vendida y traída a La Rioja. Ella dijo: "a esta chica yo la vi.". Y nos dio la pista de La Rioja. Y nos dio el nombre de un tal Taibo, relacionado con la venta de drogas y que está fichado por la Policía de La Rioja porque tiene antecedentes. El hombre fue detenido, pero negó todo. No obstante, de ahí comienzan a aparecer datos y todas las pistas apuntaban a
La Rioja.

UN CRUDO TESTIMONIO
Hay una chica que ha sido rescatada de la casa de la Daniela Milhein, que se llama Fátima Mansilla y tiene dieciséis años. Ella dijo: "Yo dormí a la par de Marita". Mientras a nosotros nos mandaban a los cañaverales, a mi hija la tenían en una residencia de Yerba Buena. Esta mafia alquila residencias con alquileres de mil o mil doscientos pesos y las usan como corrales para juntar a las chicas que secuestran. A esta chica le dieron pastillas, la durmieron, la metieron en una de esas residencias y después no las sacan más. Las mantienen en un régimen de esclavitud. Fátima dijo: "a mí me secuestran el día 27 de mayo, me llevan a una casa de éstas, me encierran.
Cuando me despierto, vi al lado mío a su hija. La identifiqué por los afiches que había visto antes de ser secuestrada. Marita estaba dormida. Cuando yo desperté, me quedé quietita porque por una puerta entreabierta veo a Daniel Milhein con otras tres personas. Yo no quería que sepan que estaba despierta, porque cada rato venían a vernos. Cuando Marita se despierta, se sienta en la cama y estaba como perdida. Yo le pregunto de dónde venía. Entonces me dijo: ‘me trajeron de La Rioja. Yo soy de Tucumán’. Tenía puesta una remerita blanca, una pollerita y zapatillas. Le ponían inyecciones para mantenerla dormida, dopada". Había pasado más de un mes, así que la habían traído a La Rioja, la volvieron a llevar y la tenían en esa casa.

No hay comentarios: